viernes, 26 de noviembre de 2021

Distinción Ocuparse vs Preocuparse



 Ocuparse vs. Preocuparse


Siempre tendemos a pensar que cuando tenemos un problema a la vista lo sensato es preocuparse y empezar a buscar la posible solución.

Curiosamente es la actitud de preocuparse lo que, normalmente, a la hora de la verdad, la hora de ocuparse del problema, no tenemos ni ganas, ni fuerzas. Llevamos demasiado tiempo gastando energías sin sentido. 

Cuando vemos que se nos viene un problema encima no tenemos todos los datos. No sabemos cómo, cuándo y dónde va a suceder. Si va a requerir de nuestra intervención o no. Cuál será su volumen y su importancia. Ni siquiera si finalmente va a ocurrir o no.

Pero no podemos evitarlo, vemos los nubarrones a lo lejos y nos ponemos a darle vueltas y vueltas, buscamos soluciones para cada una de las posibilidades. Pero a medida que avanzamos surgen más y más alternativas. No tenemos ni tiempo para pensar en todo y la cabeza parece que se embota, deja de fluir y hasta parece que va a estallar. Gastamos energía, perdemos el apetito, ocupamos muchas horas de nuestro tiempo y hasta podemos perder el tiempo de descanso y, lo que es peor, del sueño.

Y qué pasa si nos paramos, pensamos lo que estamos haciendo y decidimos esperar a que el problema aparezca en el mundo real y, con todo nuestra energía recargada y descansada, empezamos a ocuparnos del problema. Y estudiamos lo que ha sucedido conociendo cada uno de los hechos y sucesos. No hay que imaginar nada, no hay que valorar distintas hipótesis que luego. nunca se produjeron. Solo nos ocupamos de lo que realmente ha sucedido, nos ponemos manos a la obra, estudiamos los hechos, valoramos posibles soluciones y pasamos a la ACCIÓN.

Muchos pensarán que esto es fácil de decir y muy difícil de conseguir. Preocuparse está tan dentro de ellos que creen imposible controlar sus pensamientos hasta ese punto. Pero ni es imposible ni es incontrolable. De hecho, cuando estamos en pleno proceso de preocupación, si sucede algo importante o urgente, olvidamos el problema que nos preocupa y pasamos a solucionar lo que acaba de acontecer.

Te propongo un ejercicio con ánimo de encontrar el camino hacia la solución. Cuando te descubras preocupándote por algo para inmediatamente y dite a ti mismo que no es momento para preocuparse, que luego, más tarde te tomarás un tiempo para hacerlo. Y cortas con el proceso. Y fijas una hora del día en el que dedicarás 15 minutos a preocuparte.

Una semana después, repitiendo este ejercicio a diario, descubrirás que no te ha costado tanto reducir a 15 minutos diarios tu tiempo de preocupación y que, incluso, ha habido algún día que ni te acordaste de los 15 minutos.

Ocuparse implica maximización del tiempo. Preocupación significa pérdida de tiempo y energías.

Cuéntame cómo vives tú esta distinción.

La Vulnerabilidad





 La Vulnerabilidad



Si leemos la definición en el diccionario de la RAE, podemos salir corriendo, pero aquí os dejo el artículo de Miriam Ortiz de Zárate, porque creo que nadie como ella para explicar los que significa la Vulnerabilidad en el Coaching:


Miriam Ortiz de Zárate, Junio 2008


VULNERABILIDAD, ¿DEBILIDAD O FORTALEZA?

Ser humano es ser vulnerable.
(Emmanuel Lévinas)


El Diccionario de la Real Academia define la palabra vulnerabilidad como la capacidad para poder ser herido física o moralmente. Desde este punto de vista, es razonable que muchas personas consideren la vulnerabilidad como una debilidad. Son personas que tienen firmemente arraigadas ideas como:

Los demás están esperando a ver tu punto flaco para atacarte”
“Hay mucho tiburón esperando el momento adecuado”
“No se puede bajar la guardia, hay que estar siempre alerta”

Por el contrario, las personas que ven la vulnerabilidad como una fortaleza, creen que mostrarnos vulnerables es lo que nos hace más humanos, más cercanos, más confiables. La vulnerabilidad es precisamente que nos permite conectarnos con los demás.

Si analizamos esta distinción desde el punto de vista de las habilidades conversacionales, podemos deducir que las personas que creen que vulnerabilidad = debilidad, tienen limitado el acceso a cierto tipo de declaraciones y que mostrarán dificultades, por ejemplo, para decir “no sé”, para dar las gracias, o cuando necesiten reconocer que ellos solos no pueden, que necesitan de la ayuda de los demás.

Las personas que creen que vulnerabilidad = fortaleza, tienen más conversaciones disponibles. Pueden decir “no sé”, “necesito ayuda”, “yo solo no puedo”. Pueden hablar de lo que les pasa, de cómo se sienten, de lo que les falta, de lo que les preocupa, de lo que les da miedo, de lo que necesitan de los otros. Pueden dar las gracias y reconocer las virtudes de los demás. Pueden declarar admiración o deseo de emulación.

Las personas que creen que vulnerabilidad = debilidad, están más cerradas al aprendizaje, les falta la capacidad para decir “no sé”, “necesito ayuda”, dos declaraciones fundamentales para iniciar cualquier proceso de aprendizaje. El desarrollo, la evolución personal y profesional, es más difícil cuando alguien se dice a sí mismo “ya sé”, “no necesito ayuda de nadie”. Por otra parte, con estas actitudes, los otros reaccionan desvinculándose y mostrando poco interés por ayudar,  por dar un consejo o un feedback. “Si ya lo sabes todo, adelante, verás cómo me voy a reír cuando te equivoques”.

Las personas que creen que vulnerabilidad = fortaleza, están más abiertas al aprendizaje, porque tienen las habilidades conversacionales necesarias para reconocer sus dificultades, para pedir ayuda y, sobre todo, para aprender de todo lo que los demás tienen para ofrecerles. Cuando nos encontramos con personas que muestran esta actitud, lo más probable es que nos mostremos mucho más abiertos a compartir nuestras experiencias, a enseñarles. Y seguramente nos mostraremos más comprensivos cuando cometan errores.

Las personas que creen que vulnerabilidad = debilidad viven el error de una forma muy negativa, procuran esconderlo, que no se vea, que nadie se de cuenta. “Si me descubren, me van a machacar”. En algunos casos, encontramos personas que resuelven esta dificultad para afrontar los errores, negándoselos incluso a sí mismos: “Yo nunca me equivoco”, “Yo siempre tengo razón”. 

Las personas que creen que vulnerabilidad = fortaleza, no necesitan esconder sus errores, los afrontan con humildad, los aceptan como una oportunidad para aprender, no como un fracaso. Saben que todo el mundo se equivoca alguna vez, que errar es humano.

Las personas que creen que vulnerabilidad = debilidad, generan más antipatía a su alrededor. Los demás ven claramente sus dificultades (aquellas que tanto se esfuerza en ocultar son precisamente las más evidentes), pero juzgan prepotente, vanidosa o poco humilde su actitud. Por eso, cuando tienen un fallo, los demás se alegran e incluso lo celebran. ¡A fin de cuentas es de carne y hueso, como todos!  Esta reacción vengativa de los otros, tiene el efecto de reforzar todavía más la creencia de origen: “¿Lo ves? los demás esperan ver mi punto débil para atacar”. No se dan cuenta de que es precisamente esa creencia la que genera la reacción de los demás y no al contrario.
Las personas que creen que vulnerabilidad = fortaleza, generan más simpatía a su alrededor. Los demás ven claramente sus dificultades pero también ven que las afronta con honestidad y con humildad, que están abiertos a aprender y a pedir ayuda. Por ese motivo, cuando tienen un fallo, una limitación o una necesidad, no intentan negárselo ni lo ocultan ante los demás y, con esta actitud, encuentran más comprensión y solidaridad.

Llevando esta distinción al mundo de la empresa, creemos que un manager no puede desarrollar un liderazgo adecuado sin tener en cuenta estas reflexiones. Un jefe que no dispone de las habilidades conversacionales necesarias para decir “no sé”, “necesito tu  ayuda”, “yo solo no puedo”, “gracias”, “admiro lo que haces”, “Tengo dudas”, “Estoy preocupado”, etc., tendrá seguramente algunas dificultades a la hora de liderar equipos: dificultad para dar feedback positivo, dificultad para motivar al equipo, dificultad para generar equipos responsables y comprometidos, etc. Por otra parte, su imagen pública será la de una persona fría, distante, desvinculada, poco interesada por lo que los otros tienen para ofrecerle, poco abierta a escuchar a los demás, poco dispuesta a valorar otros puntos de vista, otras formas de hacer las cosas. Por todo esto, decimos que la capacidad de las personas para abrirse, exponerse y mostrar su vulnerabilidad, es una competencia fundamental en el desarrollo de las habilidades directivas.

Finalmente, queremos señalar que considerar la vulnerabilidad como una fortaleza, no quiere decir que tengamos que afrontar la vida desde la total desprotección, en todos los ámbitos y en todas las situaciones. Significa más bien aceptar el hecho de que somos humanos, vulnerables, que tenemos puntos débiles, que cometemos errores y que podemos vivir con todo esto de una manera mucho más fluida y natural, con menos miedo, para comprobar que, al hacerlo, nos vinculamos más a los demás y la cosecha que recogemos es mucho más rica. Por el contrario, mantener la idea de que lo mejor es intentar ocultar nuestra condición humana, que no se nos vean las debilidades, es una creencia que limita nuestras conversaciones y nuestra manera de estar en el mundo.

Distinción Exigencia vs. Excelencia




 Exigencia y Excelencia, cuál te define mejor?


Mucha gente piensa que la exigencia y la excelencia van de la mano, cuando en realidad tienen significados totalmente distintos.

Confrontar la exigencia y la excelencia proporciona mayor ángulo de visión, se observa desde nuevos puntos de vista y aumenta la capacidad de tomar diferentes caminos hacia el objetivo.

Las personas que eligen la exigencia como base piensan que lo que hacen es lo que son y si sus resultados no son perfectos lo considerarán un fracaso y, por tanto, se pensarán que son ellos mismos los fracasados. No permitirse el fallo y no permitírselo a los demás es una autopista hacia sentir el fracaso personal.

En cambio, aquellas que eligen la excelencia consideran que cuando algo sale mal es parte del aprendizaje, y no hay nada más valioso ya que te lleva al crecimiento personal.

Cuando practicamos la excelencia aparece la creatividad, la prueba/error, el riesgo y todo sin sentirse culpable o mala persona. Cuando la excelencia es quien nos guía, la responsabilidad es lo que aparece.

La exigencia solo tiene un beneficio, el cumplimiento del objetivo.

La excelencia nos permite disfrutar, aprender, probar, investigar. El camino es más importante que la meta.

Hace años, en muchas entrevistas de trabajo, la persona entrevistada presumía de ser "perfeccionista". Hoy sabemos que ese perfeccionismo es fruto de la exigencia, que no nos permite el más mínimo respiro. Normalmente una educación severa por parte de un padre o un profesor en la infancia es el origen de esa necesidad de ser "perfecto". Si vas a realizar una entrevista de trabajo, no presumas de "perfeccionista", hoy en día se considera un defecto más que una virtud.

Frente a la exigencia se halla la excelencia, que trasciende a la tarea final que debemos realizar. La importancia reside en hacer las cosas de la mejor manera posible que conocemos.  El camino de la excelencia tiene este aspecto de la actitud que pongo en lo que hago. Tiene que ver con algo que la exigencia olvida por completo, y es el disfrute. Nos conecta con lo que nos gusta, con lo que realmente queremos y justo por eso aumenta la posibilidad de conseguir resultados.



¿Cómo transitar de la exigencia a la excelencia?

Daniel Colombo propone el siguiente camino:

[ 1 ] Actuar como si. Preguntarte “¿Cómo serían las cosas si…” puede ser un buen punto de partida. Empezar a confiar y a delegar tareas. Quizás debas supervisar más al principio, aunque esa entrega del poder sin querer estar controlando todo, te ayudará a adquirir flexibilidad y disposición al cambio y a la transformación. Es un proceso paulatino.

[ 2 ] Reconocer los logros. En la exigencia el foco está puesto en el error (al igual que hacen las personas perfeccionistas: se fijan sólo en el error). Comparte, felicita, aplica el salario emocional con tu equipo.

[ 3 ] Practica el feedback y feedforward. En un entorno exigente no existe la retroalimentación: sólo hay críticas, por lo general, destructivas, sin considerar el universo emocional de los demás. En la excelencia, el feedback enriquece a todos, y el feedforward plantea escenarios de futuro compartido como forma de estimular el crecimiento.

[ 4 ] Modifica tu modelo mental de lenguaje. La persona exigente vive descalificándose y haciendo lo mismo con los demás con expresiones como “soy un desastre”, “esta posición te queda grande”, “siempre cometes los mismos fallos”. En la excelencia se busca el aspecto positivo. “sé que puedes hacerlo mejor”, “necesitamos corregir para lograr un resultado de mejor calidad”.

Aplicar la distinción de exigencia versus excelencia te conducirá a entrenarte como un líder más asertivo, cercano y colaborativo. Puedes empezar ahora mismo con tu auto liderazgo en cualquier actividad que realices: el momento de mejorar siempre es ahora.

Si quieres más información o hablar sobre el tema, escríbeme, por favor.

Distinción Ocuparse vs Preocuparse

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